Olvidados por la historia: Antonio Ros Sáez

Personaje brillante, y, al mismo tiempo, muy desconocido. Ha sido, sin duda alguna, uno de los personajes más brillantes de la Región de Murcia. Figura destacada de la Generación del 27, tuvo que marchar al exilio tras la Guerra Civil. Fue uno de esos hombres que creyeron en la República y se vieron obligados al destierro por ello.  Fue nombrado 'popular unionense' y falleció en tierras mexicanas en los años ochenta del siglo XX.



Antonio Ros Sáez nació en la ciudad minera de La Unión en 1899. El joven Antonio estudio en los institutos secundarios de Cartagena y Murcia, tras ello marchó a Madrid donde estudió la carrera de medicina y cirugía. Allí, coincidió con otro celebre unionense, Santos Martínez.

Tras licenciarse, ejerció de redactor jefe de Medicina Ibera en Madrid, al mismo tiempo que desarrollaba una intensa labor profesional en la oftalmología. Más tarde viajó a la India, donde hizo una gran labor luchando contra el glaucoma, siendo huésped de diferentes príncipes de la zona.

Además, representó a España y México en numerosos congresos internacionales.
Pero, sin duda, la gran pasión de Antonio era su pueblo, La Unión. Pasión que le viene inculcada desde pequeño, pues su padre, Pedro Ros Manzanera, alcanzó la alcaldía de la ciudad minera en cuatro ocasiones. Político de los llamados ¨posibilistas¨, el cual desarrolló una labor extraordinaria.

Nuestro protagonista se empapó también de las enseñanzas del gran Mariano Grao Alpañez, la persona que lideraba la vida cultura en aquella época. En torno a él se fue creando el fecundo círculo republicano de la ciudad del que salieron Miguel Cegarra, Santos Martínez, los hermanos Sánchez Blaya y Antonio Ros, siendo este su discípulo más adelantado. De hecho, Antonio escribió ¨Ha muerto un santo¨, tras el fallecimiento de su querido maestro.

Tras la proclamación de la II República, Antonio se asienta en Cartagena donde fue concejal y miembro destacado de la universidad popular y del Ateneo, donde entabló amistad con Heinrich Karl Fricke, cónsul alemán en Cartagena.

A iniciativa de Antonio y Santos se aprueban ayudas al sector minero, la construcción del Camino del 33 y la inauguración de las nuevas escuelas graduadas, dada la influencia de ambos en Madrid y en Murcia. Iniciativas bien encaminadas, pero insuficientes.

Siendo concejal por Cartagena, Antonio Ros se dirigió al Ministro de Instrucción Pública, Marcelino Domingo (dirigente nacional que más veces ha visitado La Unión) para elevar a su pueblo a la ¨máxima categoría ciudadana¨.
Durante la Guerra Civil se exilió a Francia desde donde partió a México.



Desde su nueva residencia ayudó a su amigo, Juan Sánchez Blaya a exiliarse a la nación azteca, tras años en un campo de concentración en el norte de África. Desde el exilio sentía que aquella generación de unionenses comprometidos con sus conciudadanos y la república perdía su fruto.

Finalmente, fallece en México en la década de los años ochenta del pasado siglo, tras ser nombrado ‘popular unionense’. Antonio Ros nos dejó un gran número de publicaciones, entre ellas: ¨Diario de un republicano refugiado¨ o ¨Un español en Egipto¨.

Antonio Ros Sáez, miembro de esa generación dorada de unionenses que hubo de apagarse por la dictadura. ‘La Unión sobre todo’, resume la trayectoria de un personaje desconocido para muchos.



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