Olvidados por la historia: Miguel Céspedes Pérez

En el despacho como alcalde de Cartagena

En el despacho como alcalde de Cartagena

Luchador, palabra que definiría a la perfección a nuestro protagonista. Una persona que desde muy temprano sintió la necesidad de luchar contra las injusticias que contemplaba. Hombre marcado por las miserias y calamidades que caracterizaban a una población como La Unión, en la que los terratenientes vivían con toda clase de lujos, al margen de la pobreza que les rodeaba.



Miguel Céspedes nació en el seno de una familia minera, llena de penurias y escasez. Su padre, minero en nuestra sierra, apenas llegaba a las dos pesetas. Las necesidades familiares obligaron al joven, Miguel a trabajar como tipógrafo en una imprenta de la localidad. La decadencia que sufría La Unión motivó a nuestro protagonista a desplazarse a Cartagena, donde labró una importante conciencia de clases.

Desempeñó una importante labor como sindicalista, desarrollando con éxito una línea de actuación más partidaria del pactismo que del recurso a la huelga, lo cual le llevó a formar parte del PSOE. En las elecciones municipales de abril de 1931, fue elegido concejal por este partido.

En enero de 1932, nuestro protagonista ocupó por primera vez la alcaldía de forma interina hasta que fue elegida una nueva corporación. Céspedes volvió a ocupar la alcaldía en agosto de 1933. Sin embargo, esta vez decidió presentarse como candidato, travesía que no llegó a buen puerto, pues fue Pedro Sánchez Meca, el elegido para el puesto. Después de estos sucesos y espoleado por disputas con compañeros de partido, pasó a militar en el PCE.

Miguel Céspedes junto con la coorporación municipal de Cartagena

Miguel Céspedes junto con la coorporación municipal de Cartagena

Tras el Golpe de Estado de 1936, Céspedes pasa a integrar la gestora que administra el ayuntamiento, teniendo durante los primeros compases de la contienda una actuación decisiva. Ofreciendo seguridad a las religiosas de la Casa de los Pobres o evitando la ejecución de otras religiosas a manos de milicianos.

El 25 de julio de 1936, tuvo lugar un episodio trascendental para nuestro protagonista. Ese día una muchedumbre se dirigía a quemar y profanar los diferentes templos de la ciudad de Cartagena. Miguel Céspedes se desplazó en primer lugar a Santa María de Gracia para evitar la quema de las esculturas de Salzillo, labor que desempeñó sin éxito. Más tarde, se dirigió a la Basílica de la Caridad, donde tendría mejor suerte.

Miguel no solo desempeñó actos como el anterior, sino que también acogió en su propia casa a personas ideológicamente opuestas al Frente Popular. Este comportamiento le costó ser denunciado en diversas ocasiones como ¨amparador de fascistas¨. Diego Conesa Martínez. Sin duda, de todas las personas que salvó Céspedes es con la que más se arriesgó.

Tras la victoria del Bando Sublevado, miguel rechazó el exilio y decidió volver a Cartagena. Lo normal hubiera sido que Miguel Céspedes Pérez acabará delante de un pelotón de fusilamiento, pero él sabía como nadie que ese no sería su final. Fue juzgado en un procedimiento sumarísimo en el que numerosos testigos declararon a su favor.

Finalmente fue excarcelado y puedo acogerse a un indulto en 1945. Desde entonces abandonó cualquier actividad política y permaneció hasta su muerte en 1971 al frente de su papelería. Miguel Céspedes Pérez, otro de esos unionenses que lucharon por la libertad y cuya historia fue oculta durante años por un dictador y sus secuaces.

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