Aromas de Pasión

Escrito por Carlos Illán. Fotos: Carmen Meroño 'Jayam'. 4 de agosto de 2019, domingo.


La cantante, en su veinticinco aniversario profesional, regresó al Cante de las Minas con un concierto muy intimista y pausado en su primera parte, al que inyectó bríos flamencos en la segunda. GALERÍA DE FOTOS (pinchar aquí)


Se apagan las luces del interior de la Catedral del Cante. Comienza a sonar, en la penumbra, la voz ‘a capella’ de Pasión Vega. Fue un inicio muy intimista, dejando claro lo que iba a ser la primera parte de su puesta en escena ante el público que se dio cita, unas ochocientas personas. Faltó para el lleno, al parecer, en buena parte, por el precio de las entradas.



Pasión Vega regresaba a un mágico escenario que no pisaba desde 2012. Llegaba con  con un cóctel musical, pues pretendió conjugar sus veinticinco años de profesión con su último disco (el reeditado ’40 quilates’, ahora con siete canciones en acústico) y con el espíritu flamenco del lugar, sin olvidar temas que han enraizado en su trayectoria.

Comenzó cantando ‘los cuarenta’ (en alusión a su undécimo disco). Los 40 veranos, caminos, maneras, septiembres segundos, razones, gemidos… Concluye sentada frente al espejo de un camerino de artista, da las buenas noches y escucha los primeros aplausos.

Después, como hizo en diversos momentos de la noche, se dirige al ‘respetable’ con suaves palabras, casi de confesionario. Resalta que es una gira muy personal en la que la música “es una manera de contar las cosas que me pasan”.

El Festival del Cante de las Minas es ‘flamenco y más’. En este caso estamos en el ‘más’, con una evolución de la canción española y el fado, apoyada, principalmente, en el sonido del piano, hacia sonidos más flamencos.

En esa progresión, nos cuenta “que va a ser que se ha puesto de moda el amor otra vez” y después no explica de donde viene (“del latido de gorriones y de estrellas, del viejo mundo”). Se avivan los aplausos cuando se refieren a ‘Loca, loca, loca’ y rinde homenaje al recordado Carlos Cano con ‘María la Portuguesa’, un fado portugués que sigue dentro de la línea melódica y relajante de esta parte del concierto.

Pasión transmite que quiere ser una amiga más de los presentes. Dice que está a gusto. Se la ve más reflexiva, a veces excesivamente pausada. Este tipo de formato es novedad en su trayectoria. No sorprende a sus fieles seguidores, pues desde el primer momento dio a conocer ese tono más intimista de su último trabajo, en el que se apoya en tal creatividad compositora de nuevos valores de la música. A unos agrada mientras que otros echan en falta 'una marcha más'. Para gustos, los colores.

Continúa con otro tributo. Coge el abanico e interpreta ‘La bien pagá’ de Miguel Molina, esperando “que el tiempo por fin le haga justicia”. Y así, 'íntima de Pasión', avanza la gala hacia la segunda parte. 



Cambio de decorado musical. Los temas de esta madrileña de crianza malagueña ya van desprendiendo cada vez más ese flamenco que siempre la ha acompañado en su cuarto de siglo sobre los escenarios y de la que es una de sus más convencidas paladines. “No soy cantaora, pero el flamenco ha formado parte de mi música y de mi vida. Es un tesoro de este país”, proclama.  

Como es evidente, la guitarra española también irrumpe en su acompañamiento y lo hace, como invitado, el jerezano Diego del Morado, el hijo mayor de Moraito Chico.




Y llegó el final. Derroche aplausos con muchos puestos en pie. Fue Pasión Vega 2019, con toda su pureza musical y su capacidad de mestizaje de estilos. Cercana con toda su entrega y toda su experiencia. Su brisa cruzó La Unión, donde queda su aroma.


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