Festín de orejas y rabos

Escrito por Carlos Illán Ruiz - 21DEhoy agenCYA. 12 de octubre de 2024, SÁBADO.

El festival dejó una estupenda tarde taurina tanto por el ambiente como por el nivel ofrecido por los cuatro toreros y un novillero, ofreciendo también escenas emotivas y familiares de sus protagonistas, con las vueltas al rueda que dieron Alfonso Romero y Rubén Pinar con sus hijos y la que dio Rafaelillo (foto adjunta) con el banderillo José Mora, quien en julio sufrió una gravísima cogida.

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Lo que he comentado en la entradilla de este artículo creo que influyó en lo que hemos visto en la fugaz plaza de toros de La Unión, pues pienso que son iniciativas que se llevan a cabo cuando un artista está muy a gusto en el lugar donde actúa, lo que también influye en el nivel que ofrece en escena.

Un servidor no figura en la nómina de ‘entendidos del toreo’, en absoluto, pero creo que sé si lo que veo me gusta o no y considero que sé interpretar las sensaciones que va ofreciendo el público con lo que le están ofreciendo a cambio del dinero que han pagado.

El murciano Manolo Cascales, quien celebraba el 40 aniversario de cuando tomó la alternativa, fue el primer torero que ‘abrió el fuego’. Enfrente tuvo un toro que sufrió demasiados caídas, no sé si por el agua caída pocos antes del cielo o por circunstancias del novillo que le tocó en suerte. Pronto arrancó los ‘olés’ y aplausos al público con su arte, pero, aunque el estoque entró bien desde el principio, necesitó tres intentos para matar a su adversario. Oreja y vuelta al ruedo. El público pidió más, al igual que hizo después con los que le fueron sucediendo sobre el albero.

El siguiente fue Rafaelillo ante un adversario que no le daba licencia para fiarse y que incluso en un momento le arrebató la capa. “¡Qué peligro tiene ese toro!”, escuché decir a un ‘enterao’ de este mundillo. Lo cierto es que Rafael Rubio no se amilanó, como reflejó que su vestimenta se tiñese de la sangre del novillo. Se ganó aún más al público y fue el primero en escuchar lo de “¡torero, torero…!”. Mató al segundo intento.

Una oreja que, ante la presión popular, se duplicó y vuelta al ruedo, itinerario que el murciano quiso hacer con José Mora, banderillo que en julio, en un festival celebrado en Francia, sufrió una gravísima cogida (perforación de vegija y varias operaciones) cuando iba a poner un par de banderillas. Alegre ver muy recuperado al también murciano.  

El también murciano Alfonso Romero fue el tercer protagonista. En su caso, se cumplían 25 años de cuando se hizo torero y dedicó a sus hijos lo que después sería una muy brillante actuación en la que fue de menos a más, escuchando varias veces los de “¡torero, torero!” y acabando con su ‘cornuda pareja’ al primer intento. Dos orejas y rabo con vuelta al ruedo jubilosa con lanzamiento de flores y de una bota de vino, además de ir acompañado por dos de sus hijos.

El final de la actuación del manchego Rubén Pinar fue similar, pues también estuvo acompañado por sus herederos y conquistó las dos orejas y el rabo, también tras presión popular. Gustó mucho las repetidas veces que el de Albacete puso la rodilla en el suelo y acertó con el estoque a la primera, falleciendo el novillo a cámara lenta.

La tarde la cerró el futuro que viene, pues fue el novillero murciano Cristóbal Ramos ‘Parrita’. Demostró arte y arrojo, ganándose de sobra los ‘olés’ y palmas que le dedicaron desde las gradas. Mató a la primera y casi de forma fulminante. Dos orejas y, a petición popular, el rabo.

Realmente, pienso que una oreja o un rabo de más o de menos tampoco era tan importante, pues lo esencial es que el espectáculo global había respondido con creces a lo deseado.

Que no se nos olvide hablar de los astados de la ganadería de Nazario Ibáñez. El más flojo fue el primero (cayó al albero varias veces), pero también el de mayor fortaleza (arrancó una barra de la barrera de una cornada), mientras que los dos últimos dieron (ya fallecidos) la vuelta al ruedo, por decisión presidencial, en base al buen rendimiento ofrecido. Recordar, por último, que ha sido un festival taurino sin picadores.

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