Bahía de Portman

                                   

Prevención de riesgos laborales en la carretera

La seguridad en la carretera no solo concierne a quienes circulan por ocio o necesidad personal, también resulta crucial en el ámbito laboral. Profesionales del transporte, conductores de reparto, técnicos de mantenimiento o cualquier trabajador que deba desplazarse durante su jornada está expuesto a situaciones de riesgo. Entender cuáles son los peligros más frecuentes y cómo reducirlos constituye un factor esencial para preservar la vida y la salud.



En este contexto, la prevención adquiere una dimensión estratégica. No basta con conocer la normativa, es necesario aplicarla con responsabilidad y constancia. Las empresas, junto con los propios trabajadores, desempeñan un papel fundamental al fomentar una cultura vial preventiva que priorice la integridad física por encima de la inmediatez o la productividad.


Riesgos más comunes en la carretera

Entre los peligros que afectan al ámbito laboral, el cansancio es uno de los más repetidos. Jornadas prolongadas, turnos nocturnos o presiones de tiempo aumentan la probabilidad de sufrir somnolencia al volante. La fatiga reduce los reflejos y la capacidad de reacción, convirtiéndose en un factor determinante en la siniestralidad.

Otro riesgo habitual es el uso del teléfono móvil. La necesidad de mantener contacto constante con la empresa o con clientes provoca distracciones que comprometen la atención. Un segundo de descuido basta para generar una situación irreversible, especialmente en vías rápidas.

Las condiciones meteorológicas adversas también forman parte de los peligros laborales en carretera. La lluvia intensa, la niebla o la nieve limitan la visibilidad y la adherencia de los neumáticos, lo que multiplica las probabilidades de accidente. La exposición constante a distintos escenarios climáticos obliga a extremar precauciones.

En el ámbito profesional, la sobrecarga del vehículo es otro aspecto a considerar. Transportar más peso del permitido no solo genera sanciones, también afecta a la estabilidad y la capacidad de frenado. Por ello, respetar las limitaciones técnicas de cada vehículo es una medida básica de autoprotección.

Finalmente, no debe olvidarse la presión laboral. Cumplir horarios ajustados o rutas extensas puede inducir a conducir con exceso de velocidad. Este comportamiento incrementa la gravedad de cualquier impacto, poniendo en riesgo tanto al trabajador como a terceros.


Medidas de prevención

Frente a estos riesgos, las medidas de prevención son múltiples y complementarias. Una de las más relevantes consiste en la planificación adecuada de las rutas. Establecer itinerarios realistas, que contemplen descansos periódicos, ayuda a minimizar el cansancio acumulado. Detenerse cada dos horas y realizar breves pausas es una inversión en seguridad y rendimiento.

Otra medida fundamental es el mantenimiento regular del vehículo. Revisar frenos, neumáticos, luces y sistemas electrónicos reduce la probabilidad de sufrir fallos inesperados durante el trayecto. En este sentido, confiar en una empresa de seguridad vial ofrece herramientas y recursos especializados para optimizar la prevención en entornos profesionales.

La formación también desempeña un papel clave. Cursos de conducción segura, talleres de concienciación sobre riesgos y programas de simulación permiten a los trabajadores enfrentarse a situaciones reales con mayor preparación. Cuanta más experiencia acumulada en escenarios controlados, menor será la vulnerabilidad en carretera.

Además, resulta esencial limitar las distracciones. Establecer protocolos para el uso del teléfono móvil, como responder únicamente en paradas seguras o emplear sistemas manos libres homologados, contribuye a mantener la atención en la vía. De igual modo, es recomendable reducir cualquier tipo de multitarea que reste concentración.

En relación con las condiciones meteorológicas, equipar el vehículo con neumáticos adecuados, cadenas de nieve y elementos de señalización garantiza mayor seguridad. También conviene reforzar la formación de los conductores en técnicas de conducción adaptada a distintos climas. Anticipar cómo reaccionar en superficies deslizantes puede marcar la diferencia entre un susto y una tragedia.

El factor humano sigue siendo el más determinante. Promover una cultura corporativa en la que prime la salud del trabajador frente a la urgencia del servicio resulta imprescindible. Ajustar los plazos de entrega, repartir las cargas de trabajo y garantizar tiempos de descanso adecuados son estrategias que refuerzan la prevención.

Finalmente, la comunicación interna es otra herramienta de gran valor. Avisar de incidencias en carretera, compartir alertas sobre condiciones meteorológicas o reportar cualquier fallo mecánico permite que toda la organización se mantenga atenta a posibles contingencias. La prevención no se limita al conductor, sino que debe extenderse a todo el entorno laboral.

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