El director que propagó el Cante de las Minas por España

Juan Jiménez Alcaraz, quien ocupó durante once años esa función, recibió el ‘Castillete de oro’ por su labor en la proyección nacional e internacional del festival. Por su parte, Dolores Fernández Arcas obtuvo el galardón ‘Pencho Cros’ en la categoría de ‘Artes plásticas/Escultura’.

🙏🏻  El ‘Cante en la Calle’ subió a Celia Romero al escenario de la Plaza Joaquín Costa, optando por tangos extremeños y cantes de su tierra, sin olvidar la guajira, la soleá o las levanticas.



Como cada tarde, la Plaza Joaquín Costa entregó algunos de los galardones de esta 60 edición del Festival Internacional del Cante de las Minas. Juan Jiménez Alcaraz fue director del Festival Internacional del Cante de las Minas en tres etapas: del año 1983 al 1987, entre 1990 y 1992 y entre 1995 y 1999. Once años en los que dio grandes pasos como la celebración de las pruebas selectivas por toda la geografía española o la proyección primero nacional y después internacional, rodeándose de un buen equipo en el que estaba Alfonso Paredes, Pepe Cros o Pepe Fernández. La clave de su gestión la resume en tres puntos: inconformismo, la innovación y la creatividad.

Es por eso que en esta 60 edición, el Festival ha decidido concederle el galardón ‘Castillete de Oro’, que recogió reivindicando, en primer lugar, su “amor incondicional por este pueblo; mi tierra; La Unión”.



“El Festival transformó con su verdad la manera de entender el flamenco, que es una manera de vivir y buscar respuestas en el presente”, afirmó, recordando en este modo de vivir la aparición “como el viento rotundo, la voz de Pencho Cros, que cuando cantaba nuestra minera, siempre dolía y lastimaba nuestro ser, porque él estaba lleno de autenticidad”. A su lado, nombró a Encarnación Fernández con su levantica, “que nos desgarraba y presentaba las condiciones generales de la vida misma, siempre acompañada de su padre Antonio Fernández, el siempre compañero de Pencho Cros”.

Destacó la reforma continua del festival y su creatividad, sin olvidar la humildad, “para recordar que siempre se puede mejorar”. Afirmó así que nunca disfrutaba el festival. “Siempre estaba insatisfecho, esa era mi palabra, porque todo se puede hacer mejor yo aprender de todo”. “A pesar de todas las dificultades, el corazón de un minero como el de la unión nunca se agota”, subrayó.

El presidente de la Fundación Cante de las Minas, Pedro López, destacó que por el festival “pasan muchas personas que trabajan, lo engrandecen y desaparecen”. “Parece que se olvidan pero el Festival tiene que ser todo lo contrario, tiene que
agradecer todos los días a aquellas personas que nos han hecho grandes”, afirmó reconociendo el mérito de Juan Jiménez, que “hizo que nuestro festival hoy sea reconocido, admirado y querido, apostando por la descentralización”

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“Un filón que nunca se agota”

La jornada también entregó el galardón ‘Pencho Cros’ en la categoría de Artes Plásticas a la escultora María Dolores Fernández Arcas, una creadora que emana flamenco con sus manos, transmitiendo emociones con sus creaciones y texturas.

“Estoy emocionada por este reconocimiento, que ha sido para mí una gratísima sorpresa”, confesó la escultora, quien afirmó que tiene con La Unión un vínculo muy especial por tener un gran peso en la trayectoria de su obra. La escultora expuso en el año 1995 y tiene preparada una nueva exposición de esculturas en torno al flamenco que presentará en la próxima edición del Cante de las Minas.

“El flamenco es un gran contenedor de expresión y emoción”, destacó, a la vez que no dudó en afirmar que “La Unión ha sabido encontrar la mina con el filón que nunca se agota, que es el del arte y la cultura”

Una joven promesa que no deja de consagrarse



Una noche más, a los pies de la ‘Catedral del Cante’, se pudo disfrutar de un espectáculo de flamenco con mayúsculas. La artista Celia Romero derrochó todo el arte que allá por el año 2011 la hizo merecedora de la Lámpara Minera. Entonces Celia Romero era una joven promesa del cante flamenco y, en cambio, anoche la artista volvió a La Unión como lo que es ahora: una cantaora que deslumbra con luz propia.



La artista extremeña estuvo arropada sobre el escenario por el guitarrista Francisco Pinto y deleitó al público con un espectáculo de corte clásico en el que no faltó la soleá, la guajira y unas levanticas. Se entonaron los cantes de su tierra y Romero envolvió la noche con una atmósfera única que solo ella es capaz de conseguir interpretando de manera magistral unos tangos extremeños. La cantaora derrochó elegancia por bulerías y por fandangos y demostró ante el público que la vio hace diez años consagrarse como figura del flamenco que continúa en la actualidad.



El broche, como es habitual, lo puso Artedanza con sus bailes flamencos.

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