Vedruna Camina culmina el GR7

El colectivo senderista de La Unión culmina el mayor reto de sus cerca de tres décadas de historia, que ha sido un trayecto de 174,3 kilómetros durante ocho etapas desde Pinoso (Alicante) hasta la Cañada de la Cruz, en Moratalla, en la frontera con Andalucía.

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Dos nuevas etapas de este GR7 por el norte de nuestra Región de Murcia, visitando el paraje de Bolvonegro, donde disfrutamos viendo correr del agua del río Alharabe, que a partir de aquí se convierte en Moratalla. Además, saltamos como niños de un lado a otro de este estrecho realizado por el paso del agua durante miles de años. Después visitamos el cámping de La Puerta, otro lugar de ensueño, donde los compañeros comentaban que no es necesario correr mucho para disfrutar de la naturaleza, pues está ahí mismo y no la vemos. Esa noche hicimos noche ahí, en cabañas de cuatro personas.



A primera hora de la mañana siguiente, y tras un buen desayuno, partimos hacia El Sabinar, no sin antes tomas previsiones en las mochilas, pues nos esperaba una ruta bastante fuerte (27 kilómetros y un desnivel positivo acumulado de 1.064 metros). Después de cruzar varias veces el río Alharabe y mojarnos las zapatillas, llegamos al mediodía, que fue cuando nos encontramos con las soñadas furgonetas que en el paraje de La Risca nos esperaban con la comida preparada. Tras reponer fuerzas, seguimos hacia el punto final de la jornada, no sin antes visitar las salinas del Salero del Zacatín. A media tarde arribamos a el Sabinar. Cuando toca distribuir las camas nos encontramos con una situación inesperada, pues la dueña del albergue nos dice que sólo tiene 15 camas y resulta que necesitamos 22. La solución fue añadir otra casa con ocho catres más el Calar de la Santa, que gestionó la propietaria.



Y llegaron las dos etapas finales del GR7. Partimos de El Sabinar y a los pocos kilómetros llegamos al Calar de la Santa, para después alcanzar el área recreativa de los Almeces, donde nos esperaban con la mesa puesta, pero era temprano para comer, por lo que seguimos hasta la ermita. Allí, bajo su porche y atrio, disfrutamos de la última comida servida por los chef del grupo, incluida la ensaladilla con el GR7. El compañero Perucho sufrió un pequeño resbalón y debido al dolor que sentía  decide retirarse. Era uno de los guías y fue una baja importante. El resto reanudamos la marcha y acometer unos kilómetros más para que al día siguiente quedasen menos, con lo que se podía adelantar la hora de la comida e iniciar antes el regreso a casa. La mañana siguiente nos recibió con frío (6 grados y viento del norte), pero, poco a poco, llegamos a la Cañada de La Cruz y seguimos unos 4 kilómetros más para llegar a la división de las regiones andaluza y murciana, tal y como lo hicimos al principio entre la valenciana y la murciana, dando por terminado este GR7.



Pasamos a disfrutar del menú preparado en unrestaurante Camacho y terminamos con un breve resumen del compañero Pablo de las crónicas diarias que se prepara con todo lo ocurrido y dando un repaso a las diferentes, anécdotas, paisajes, etc. Continuaron unas décimas de Pedro Conesa y el discurso final del presidente, Francisco Munura, dando las gracias a todos, gratitud que se merece él por el trabajo que ha tenido para que fuera posible este reto del GR7

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