Bahía de Portman

                                   

'Para mi querido padre'

"Hola, papi ¿Qué tal estás? Ya hace una semana que te fuiste y no sé muy bien qué hago escribiendo por aquí, parece que siempre me ha calmado plasmar mis pensamientos por escrito. No sabría por dónde empezar a decirte tantas cosas que quisiera. Sólo quería hacerte saber que estoy bien, que nunca podré decir que has dejado un vacío en mí; sería mentir. Has estado siempre en mi vida, siempre, para apoyarme cuando tocaba o para consolarme cuando algo me pasaba.

Si tiro la vista atrás y pienso en algún momento en el que me fallaras, es que me estaría engañando. No existe ese momento. No, no hay vacío en mí; no sé qué será porque es cierto que duele, pero no es vacío. Lo dabas todo por la gente que querías... me lo dabas todo, así pues, ¿cómo decir que estoy vacío?

Tengo miles de historias que contar contigo, miles. Podría sentarme frente al mar como tantas veces hacías conmigo, con tus hermanos y, a veces, con mi hermano, y contar una historia con cada ola que me traiga tu recuerdo. Aún me trae la brisa del mar el sonido de tu cantar en aquellas noches de pesca, bien fuera por Antonio Molina, Luis de Córdoba, Rafael Farina, El Cabrero, o cualquier otro que te viniera a la mente bajo ese manto de estrellas que nos cubría en aquellas maravillosas noches. Aun si cierro los ojos, recuerdo esas canciones que ya me cantabas desde la cuna o cuando me mecías de pequeño y me dormías en tus brazos al son de alguna nana, alguna granaína, o cualquier otra letra que te viniera a la cabeza en la mecedora que había en la sala junto al equipo de música. Que bien me siento al saber que era rico. No, tu voz no se ha apagado... yo aún escucho tu eco.

Te veo en cada letra de esas canciones que aprendí más de escucharte a ti que a los propios cantaores. Todavía te siento cuando doy cada paso por el monte y el viento susurra entre los árboles. Siempre has estado conmigo y sigues ahora junto a mí en todas partes. No te has ido, no; yo te recuerdo. Te veo en la sonrisa de cualquiera de tus buenos amigos cuando me decían entre risa: “¡tu padre es un malafollá!” Y me cuentan cualquier historia que acaba siempre igual: “lo quiero como a un hermano”. Ese carácter tuyo tan característico hacía juego con esa bondad que te hacía único y, madre mía, cuanta gente te quiere... no me sorprende. Igual no cuenta porque soy tu hijo, pero... se sentía tan bien entre tus brazos al melódico son de tu risa... eso... eso era “casa”. Te echaré de menos, sí... mientras viva, pero jamás me sentiré vacío.

Viviré con la alegría y esa chispa que siempre predicaste, pues me enseñaste todo sin intentar nada más que me construyera como persona. Te doy gracias por lo que soy e iré guiado por cada estrella que me sirvió de techo en tantas noches que serán eternas para mí.

De tus últimas palabra recuerdo una respuesta que me diste cuando te dije:
- Tranquilo que estoy aquí y no me voy a ir a ningún sitio.
- Ya lo sé.

 Ya lo sé, me dijiste que ya lo sabías. Me alegra que supieras que jamás te abandonaría. Jamás. Y ha sido así hasta tu último aliento. Ojalá haber sido un mejor aprendiz o un poco mejor hijo para haber aprendido un poco más de ti. No habría vidas suficientes para que me quedara satisfecho y poder dejarte marchar. Ojalá no te hubieras ido nunca, pero que sepas que seguiré predicando tu alegría y, ¿por qué no?, tu carácter, porque eras un hombre alegre y... sí, me siento lleno de ti y estarás siempre en donde yo esté. Conmigo hasta que, como tú, me vaya a formar parte de las estrellas... mientras, no me dejes de guiar. No es un adiós, solo un hasta luego. Te quiero".


* Texto remitido en el que se respeta el contenido íntegro, la redacción y la ortografía


* Esquela de Juan Martínez Ibáñez: pinchar aquí



LA EMPRESA 21DEHOY AGENCYA NO SE RESPONSABILZA DE LAS OPINIONES DE LOS ARTICULISTAS NI DE LAS CARTAS Y CORREOS ELECTRÓNICOS REMITIDOS POR LECTORES, RECAYENDO LA RESPONSABILIDAD EN SUS FIRMANTES.
TODOS LOS ARTÍCULOSDE 'RINCONES EN ABIERTO' QUEDAN RECOGIDOS EN EL BLOG



Imprimir Correo electrónico